El campamento de diabetes; mi razón
Escrito por: Kelsey Tullis
4 minutos de lectura
marzo 22, 2016
Parece una locura, ¿verdad? ¿Cómo podría estabilizarse el manejo de toda una vida de una enfermedad crónica en tan sólo unas pocas semanas en el bosque, durmiendo en camas literas y haciendo pulseras de la amistad? Pero para mí no se trató solamente de superar la diabetes en el campamento. Se trató de la forma en que el campamento hizo más liviana mi carga de la diabetes, aunque fuera solamente por una semana.
Tengo un recuerdo vívido de cuando tenía aproximadamente 10 años. Mi mamá estaba revisando mis niveles de azúcar en mi libro de registros. Con la intención de combatir los niveles altos de glucosa en la sangre y tratando de acostumbrarnos a mi primera bomba de insulina, nuestras emociones estaban bajo mucha presión y nuestra paciencia estaba menguando. Recuerdo ver a mi mamá y hacerle la pregunta que estoy segura es muy familiar para ti, “¿por qué yo?”. Creo que todo pasa por una razón. No puedo identificar exactamente cuándo empecé a sentir esto, pero conforme fui creciendo, empecé a tener este sentimiento abrumador de “¿por qué?”.
El campamento
Frecuentemente tengo conversaciones sobre mi niñez con padres de niños con DM1. Me preguntan sobre qué hicieron mis padres que fuera útil para enfrentar la diabetes y cómo manejamos ciertas situaciones. Sin duda alguna, haberme enviado al campamento fue la mejor acción que mis padres tomaron.
Parece una locura, ¿verdad? ¿Cómo podría estabilizarse el manejo de toda una vida de una enfermedad crónica en tan sólo unas pocas semanas en el bosque, durmiendo en camas literas y haciendo pulseras de la amistad? Pero para mí no se trató solamente de superar la diabetes en el campamento. Se trató de la forma en que el campamento hizo más liviana mi carga de la diabetes, aunque fuera solamente por una semana. Obviamente todavía tengo la enfermedad, me frustro con mis niveles altos de glucosa en la sangre, hago muecas de dolor cuando me pongo mi MCG y tengo días cuando quiero tirar mi bomba fuera de la ventana y rendirme. Las bendiciones que han venido a mi vida por medio del campamento de alguna manera hacen que mi lucha sea más tolerable.
Las amistades
Conocí a mis mejores amigas en el campamento. Cuando empecé a ir allí, solamente conocía a otra persona con DM1. Repentinamente estaba rodeada de chicas de mi edad que entendían lo que estaba pasando y no hacían preguntas cuando me pinchaba mi dedo o cuando sacaba mi bomba. Me sentía inspirada constantemente para cuidarme mejor y aprender sobre cómo hacerlo. Aprendí algunas de las lecciones más influyentes en el campamento y por medio de las personas que conocí.
Conforme crecí, estas amistades se fortalecieron. Nos convertimos en amigas fuera de la semana que pasamos juntas cada verano y nos apoyamos no solamente cuando tenemos niveles altos o bajos, sino que también ante los altibajos de la vida. Verdaderamente nos convertimos en una familia única y cada persona que llegaba al campamento automáticamente era incluida en esa familia, sin hacer preguntas.
En el campamento fui capaz de ser justamente… yo misma.
Si eres un adolescente en este momento, sabes cuán difícil puede ser sentirte cómodo en tu propia piel. Éste parece ser un tema común en la juventud de hoy; cuestionar, sentirse inseguro, tratar de encajar. Pero en el campamento todas esas cosas parecían quedarse atrás. Aprendí más sobre mí misma en una semana, en medio de la nada, de lo que aprendí en un año completo en la escuela superior.
Creo que la razón de haberme sentido de esta forma fue el apoyo que recibí. Tuve consejeros maravillosos a quienes admiré y con quienes me reí. Tuve suerte de tener una directora sorprendente. Fue (y todavía es) muy solidaria, cariñosa y motivadora. Me quiso exactamente por ser quien era. Ella hacía tiempo para verme fuera del campamento y hoy nuestra relación se ha convertido en una gran amistad. Sé que sin ella yo no sería quien soy ahora.
Las relaciones como estas son las que me inspiraron para regresar al campamento como una consejera cuando tenía 18 años. Muchas personas me advirtieron sobre esto; me dijeron que la magia del campamento desaparecería cuando viera tras bambalinas, cuando fuera solamente trabajo. En los últimos seis años, he trabajado y he sido voluntaria en tres diferentes campamentos de diabetes y puedo decirte con toda confianza que he descubierto lo que hace tan mágico a un campamento.
Los chicos
Nunca pensé que podría estar más inspirada por un campamento de lo que fui cuando me convertí en una campista, pero estaba equivocada. Trabajé por cinco veranos completos en un campamento de verano para diabéticos y cada día me sentí asombrada por los niños con los que me tocó trabajar, con quienes reí y de quienes aprendí. Tuve la oportunidad de ver a estos chicos aprender a soñar, darse cuenta de que la diabetes no los detendría y seguir sus metas. Ellos son la magia del campamento. Ellos son la razón por la que hacemos lo que hacemos los consejeros y miembros del personal. Ellos son realmente mi “razón”.
Actualmente, mi compañera de habitación y mejor amiga es alguien que conocí en el campamento. En junio tendré la oportunidad de pararme al lado de alguien que conocí en el campamento hace 13 años, como una dama de honor en su boda. Mi directora del campamento es ahora una de mis amigas más cercanas. Y mis campistas, quienes dan mucha alegría a mi vida, todavía son, todos los días, mi mayor “razón”.
Es difícil para mí escribir sobre el campamento. Mi dificultad no es hablar sobre él, créeme, podría hablar por horas. Pero titubeo por miedo a no tener las palabras correctas. La magia que hay en el campamento realmente es indescriptible.
Tal vez el campamento no es tu “razón”. Tal vez es tu escape, tu sistema de apoyo o tu segunda familia. Tal vez no es nada más que una semana en la que no tienes que ser tú quien maneja tu diabetes. Tal vez tienes otra “razón”. Tal vez no has descubierto tu “razón” todavía. Pero tal vez, sólo tal vez, descubrirás tu “razón” en el campamento.
Nota del editor: Conoce más sobre algunos de los campamentos favoritos de Kelsey: En movimiento con la insulina y El campamento de básquetbol de Chris Dudley.
Autor
Kelsey Tullis
Kelsey Tullis ha vivido con DM1 por 16 años y trabaja para la fundación Chris Dudley. A ella le encanta todo sobre los campamentos y le gusta involucrarse con la comunidad de diabéticos y su tiempo libre lo pasa con sus amigos y su familia, tocando guitarra y practicando el snowboarding.
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